Al parecer al presidente Martín Vizcarra muy poco
le significaba los primeros 100 días y obviamente necesitaba más tiempo para
mostrar su orientación política expresada en su primer mensaje. Sin embargo,
desde que asumió el gobierno se ha visto envuelto en cierta incertidumbre con
respecto a sus perspectivas políticas y nos da la impresión que ha cedido como
los gobiernos precedentes a las fuerzas del mercado.
Su llegada al gobierno ha tenido todo un proceso
coyuntural, con meses de escándalo y destapes de corrupción, incluyendo las
mentiras conocidas de Pedro Kuczynski y sus vínculos con la empresa corrupta
Odebrecht.
Se mencionan en varios medios de comunicación
sobre algunos viajes a diferentes regiones del país. Naturalmente aplauden la
medida y esperan que éstos sigan. Evidente que quiere acercarse a la población y
mostrar presencia gubernamental. Así y todo, no basta llevar ayuda y
comprometerse con apoyar algunos proyectos de infraestructura y ciertos
productivos. El señor Martín Vizcarra no tiene una visión política transformadora
y de cambio. Su orientación obedece a situaciones coyunturales. Es como querer
quedar bien con todos y mostrar su mejor sonrisa.
Así no se hace política. Es necesario recordar
que algún candidato de un gobierno anterior hizo lo mismo en su campaña
proselitista. Un día llegó con su comitiva en un helicóptero a la zona de la
Laguna de Langui – Layo, provincia de Canas en el Cuzco. Los lugareños lo
recibieron naturalmente con algarabía. Palabras y más palabras se deslizaron en el
ambiente pidiendo el voto de la población. Luego de ver cumplidas sus
intenciones se fueron y nunca más volvieron. Todo fue circunstancial, electoral
y de coyuntura.
AUSENCIA DE UN PROGRAMA ECONOMICO
La ausencia de un programa económico evidencia la
renuncia del ministro de economía (David Tuesta) a poco más de dos meses en el
cargo. La decisión de subir los impuestos que afectaba al Impuesto Selectivo al
Consumo a los combustibles (ISC), como a los cigarrillos, bebidas alcohólicas,
gaseosas y autos nuevos, naturalmente trajo de inmediato el rechazo de la
población mayoritaria. De igual forma, el mismo señor Martín Vizcarra se
encargó de desautorizarlo, así como el presidente del consejo de ministros,
señor César Villanueva.
En adición a todo eso, ahora resulta que los
consumidores bebíamos gaseosas que son perjudiciales a nuestro organismo.
Simplemente nos hace daño. Toda una campaña del gobierno, para que la población
acepte la subida de impuestos porque se supone que bajaría el consumo de
gaseosas por ser dañinas. Total, ahora sabemos que las empresas vinculadas al
poder económico nos vendían cualquier cosa. No les interesaba ni les interesa
la salud del pueblo. Seguro es la tasa de ganancia lo que mueve sus objetivos,
nada más que acumular eso.
Se iniciaron las protestas en diferentes ciudades
a nivel nacional por sentirse los efectos de tales medidas. Quienes subsistían
con bajos ingresos vieron disminuir aún más su poder de compra.
Los impuestos indirectos son dirigidos a la
población mayoritaria. Como siempre y al final, las grandes mayorías son las
que traten de aportar con sus soles para cerrar la brecha fiscal. Brecha que en
muchos casos ha sido provocada por los niveles de corrupción que corroen los
diferentes estratos gubernamentales. Hay definitivamente una enfermedad
endémica que envuelve hasta a los altos funcionarios del estado.
ESTIMACIONES DE CRECIMIENTO
Las estimaciones de crecimiento para este fin de
año están sobre el 4 por ciento del producto bruto interno. Obviamente y como
sabemos los estimados se van moviendo últimamente de acuerdo a la evolución de
la economía. Es seguro que pasado este medio año, habrá nuevas estimaciones que
puedan sobrepasar el 5 por ciento.
El nuevo ministro de economía que juramentó es
Carlos Oliva. Su preocupación principal es reducir la brecha fiscal hasta
alcanzar una tasa cercana al 1 por ciento para el 2021. Asegura que seguirá
manteniendo el impuesto selectivo al consumo como se había planteado. De ser
así, la resistencia de la población será evidente. Esperamos que no sea solo
cuadras las cifras cuánticas y que haya trabajo y un programa político.
Es importante también que se incida en cobrar a
las empresas que están debiendo al estado. No es posible que esa deuda esté
cercana al 1 por ciento del producto bruto interno y no se aplique mano dura a
las empresas deudoras.