miércoles, 4 de enero de 2017

INMIGRANTES Y LA NAVIDAD EN DALLAS

(En un lugar de Dallas, Texas - USA)


 En la fábrica se vivía la Navidad. Se corrieron algunas voces tímidamente con la intención de compartir e intercambiar regalos.
     De Epifanía partió la idea. Explicó y puso el nombre de cada una de las compañeras en un papelito y al azar cada persona escogía uno.
     – Cada una de nosotras tendrá un ángel – dijo Epifanía –, y lo sabremos el día veinte de diciembre.
     – ¿Habrá precio mínimo para cada regalo? – preguntó Blanca.
     – Creo que no – dijo Epifanía, aclarando –, pero no se aceptan regalos de un dólar.
     – Muy bien – dijo Cony, risueña.
     Comunicó a las demás compañeras de trabajo logrando hacerse entender con algunas expresiones en inglés y ayudada por Blanca. Todas estuvieron de acuerdo.        
     Entró la señora Nancy y Epifanía se encargó de contarle lo que estaban planeando y la invitó para que participe en el juego del ángel, sin embargo, no aceptó.
     La señora Nancy propuso que para el día veinte también, ella personalmente a nombre de la fábrica invitaría unos platos para la hora del almuerzo. Naturalmente algunas trabajadoras aceptaron muy gustosas, mientras otras se limitaron simplemente a escuchar.
     Las cosas estaban en camino y faltaban pocos días para saber quién era el ángel de cada uno.
     No faltaron los comentarios alegres de Epifanía y los de Rita. En realidad, la ocasión invitaba a esbozar una sonrisa. También la señora Nancy participaba con alguna gracia, siendo festejada principalmente por Epifanía. Algunas sonreían contagiándose de las ocurrencias.
     Los días previos al almuerzo esperado, fueron días de trabajo continuo. Cada una cumpliendo lo mejor que podía con sus responsabilidades. Mariano había venido observando que los acabados no eran buenos. Probablemente influenciaba en los resultados la necesidad de terminar alguna obra urgente, aún así, hasta Epifanía no se esmeraba por hacer bien las cosas.
     Se suponía que cada una debía responder por su parte en el proceso productivo, sin embargo, algunas obras salían tan mal y obligadamente se procedía a descoserlos y volverlos a armar nuevamente. Por esas  situaciones y  por enésima vez, el rostro y las palabras de la señora Nancy eran para tener más cuidado. Francamente no había alternativa en esas circunstancias y por más que refunfuñaba la señora, les hacía recordar que había gastado dinero y tiempo. Así, se empezaba nuevamente tomando varias horas para hacer las correcciones y concluir satisfactoriamente.
     Diariamente se escuchaban los mismos tonos de voz y una alegría a medias. Cada una con sus particularidades, miedos e indecisiones.
     Lógicamente quienes hacían más noticia dentro de la fábrica eran Epifanía y Pilar, quienes desde sus lugares se lanzaban algunas frases divertidas. Habían encontrado sus afinidades. Las demás se limitaban a escucharlas, o a veces levantaban los ojos para mirarlas y sonreír, de ser posible. Por cierto, los momentos eran cambiantes.
     Epifanía fue de la iniciativa al decir que traería un regalito para la señora Nancy y obviamente más de una se sintió comprometido con la idea, aunque otras no la consideraban.
     Alguna vez Epifanía preguntaba:
     – ¿Quién es mi ángel?
     Todas esperaban el día señalado, sin embargo, con anticipación empezaron a llegar los regalos envueltos en papeles decorados y los dejaban en la habitación que servía para el almuerzo.
     Increíblemente Mariano era el ángel de Epifanía y ella no lo sabía. Así, por varias noches consecutivas, intentó visitar algunas tiendas comerciales que estaban situadas muy cerca de los departamentos. Encontró muchos regalos, demasiados probablemente y de todos los precios.
     Mariano pensó que  tenía que dejarle a Epifanía un bonito recuerdo y muy significativo. Al contemplar la diversidad de vidrieras, con cientos y miles de regalos, se dio cuenta que la mayoría de la gente caía en el consumismo. Todos pensaban en comprar y casi todos también se olvidaban de la esencia de la Navidad.
     Aunque no lo había considerado, creyó oportuno llevarle un presente a la señora Nancy. Cuando paseaba por el interior de una tienda vio un cuadro antiguo y muy hermoso, que tenía un mensaje, el cuál decía:
     “The influence of each human being on others in this life is a kind of inmortality”. J.Q.A.
     No lo pensó dos veces y salió de la tienda con la primera compra. Estaba decidido, ya tenía un presente y ahora solamente faltaba el segundo. Así, siguió por otras tiendas, mientras tanto pensaba por el más adecuado. De pronto en la mente de Mariano se dibujó una Biblia y le pareció la mejor idea. Tenía también el segundo regalo.

     Aquí, se presentó un problema para Mariano. Por más que preguntaba y buscaba, nadie sabía donde vendían esos libros. Así, que se tomó un par de días más para buscarlos, logrando encontrarlos y en español solo en la tienda Wal Mart. Compró dos, uno para llevarlo al Perú y el otro se lo entregaría a la señora Nancy, como una muestra de agradecimiento.

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