Con razón el mercado se llenaba
de muchos productos. De alguna manera nos hemos sentido partícipes de los
cambios que nos mostraba el consumo. La aparición de nuevos productos
tecnológicos nos llenaba en cierta forma de satisfacción y concurríamos sin pensarlo
muchas veces a comprarlos en las tiendas y nuevos malls que se construían.
Unido a todo eso, las famosas tarjetas de crédito promocionadas por los mismos
consorcios empresariales y con elevados intereses y penalidades posteriores,
nos acercaba al mercado de consumo. La mayoría aceptábamos que nos cobren de
todo con tal de tener la tarjeta de plástico en nuestros bolsillos. Así,
paulatinamente fueron aumentando las nuevas comisiones y demás pagos que a
veces parecían curiosidades como el pago adicional por saber tu saldo de
crédito, haciendo aumentar el monto de cancelación. ¡Tenían buena leche! No
había lugar a reclamo. La empresa siempre tenía la razón. Y así no la tuvieran
o estuvieran equivocados, siempre encontraban una forma o razón para que tú seas
el culpable de su inoperancia. Al final terminábamos pagando. Muy pocos se
armaban de valor y las devolvían, evitando en todo momento contraer nuevos
compromisos financieros donde siempre salía ganando la empresa.
Luego vino la leche. A unos
cuantos productos lácteos que se comercializaban en los mercados, se fueron
sumando infinidad de ellos con el nombre de leche y casi parecidos, aunque a
estas alturas, no estamos seguros si realmente era todo eso que nos hacían
creer. Sin darnos cuenta, veíamos como aparecían nuevos nombres con sus
etiquetas llamativas y con increíbles colores. Claro, también la tecnología
contribuía en todo eso. Así, a Ideal “cremosita”, se sumó “amanecer” y “light”,
siendo de la misma empresa. De Laive, aparecieron “entera”, “light” y “sin
lactosa”; luego, “bolsitarro” que según la Asociación de Defensa del Consumidor
en el Perú es lo único que es leche y todo lo demás es grasa, algunos
ingredientes químicos, agua, preservantes, saborizantes y algo más. ¿Hay que
creer en la asociación?
De Gloria, se sumaron bonlé
“entera”, “sin lactosa” y seguro otros más, con publicidad engañosa y luciendo
bonitas vaquitas en sus presentaciones. Según la misma asociación, todo esto es
grasa, con adiciones de ingredientes de todo tipo, preservantes y más que hacen
que el producto al final sea agua con saborizantes y químicos. La empresa
Gloria “dice” que sus productos “light”, “súper light”, etiqueta “azul” y otros
últimos para niños tienen un 60% de leche. ¿Hay que seguir creyendo en lo que
“dicen”? Obviamente ya sabemos que “pura vida” no es leche, y solo es también
grasa y otros ingredientes. Sumado a las denuncias en Panamá y el cese de las
importaciones que estaba haciendo Bolivia, seguro entre otros.
Hay otros productos como “reina
del campo”, “leche sur”, que al igual que “pura vida” es grasa más otros
ingredientes. Algo debe ser pero no es leche. Naturalmente siempre hacen uso de
publicidad engañosa. ¿Quién estaba ganando en todo esto? ¿Desde cuándo nos
engañaban mientras se llenaban de dinero las empresas? ¿Qué dice el estado?
¿Cómo queda el estado y a quien defiende realmente? ¿Cómo quedamos como
consumidores? Interrogantes que esperamos tengan respuestas claras.
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