“Claro, no todas las personas
pueden comprar lo que estoy vendiendo, quizá por el precio. Tengo unas carteras
para dama y su precio es de treinta soles. Las ofrezco y a veces tengo suerte
en venderlas poco a poco. Me ayudo también vendiendo unos ponches que prepara
un amigo. Solo cuestan 0.50 centavos de sol, casi nada. Mi amigo los prepara
batiendo unos huevos y agregando otros ingredientes. Después, me los da en unos
vasos descartables para venderlos. Así me ayudo”
“Me doy cuenta que aquí se
esmeran en preparar un menú variado y es muy económico. Solo 3 soles. ¿Qué le
parece? Es solamente 3 soles. Evidente, no hay precios como este y todavía así
hay varios platos para escoger. Unos camotes arrebozados, pescado frito,
costillar frito, frejolada, todo eso acompañado con su caldo blanco y un vaso
de refresco. Hay hasta ofertas que consiste en pagar 1 sol más y tendrás en tu
plato normal algo más para comer. Por eso vengo aquí con frecuencia porque
conversar es muy bueno. Me da más vida. No tengo a nadie más”
Luego de escucharlo y de
compartir un plato en la misma mesa, me di cuenta que en ese lugar se vivía
algo especial. Todas las personas vivían con esperanza. Hombres, mujeres y
niños se miraban mutuamente. Compartí sus miradas y la sonrisa de sus
expresiones. Realmente todo eso me fue llenando de más vida y comprendí que
tenía que volver de nuevo porque en ese lugar se sentía la vida.
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