lunes, 3 de julio de 2017

TODA UNA MARAÑA DE CORRUPCIÓN: LA POLÍTICA PERUANA


La política peruana va mostrando algunos niveles de corrupción. Inevitablemente es expresión de nuestro proceso de acumulación de capital y al parecer hemos convivido así por muchos años. Se ha mostrado mucho más claramente en los últimos gobiernos y en el gobierno actual. Así, no podemos dejar de mencionar a sus actores principales: Fujimori, Toledo, García, Humala y últimamente Kuczynski.

¿Qué nos muestra la coyuntura actual?
Para no ser muy extensivos. Tenemos los personajes: el contralor Alarcón, el primer ministro Zavala y ahora ministro de economía por añadidura, nuestro primer vicepresidente Vizcarra, Thorne quien fue ministro de economía. Podríamos mencionar a más funcionarios y actuales ministros que siguen favoreciéndose de “la teta del estado” como diría alguna persona. Claro, las poses de los mencionados con sus apariencias de técnicos es solo una apariencia. La corrupción está inmersa en todos ellos y es inherente.

Todo lo que hemos escuchado en los últimos días los muestra de cuerpo entero. ¿Ese es el gabinete de lujo? Por favor, todo es un cuento. Hasta el actual presidente se corroe día a día con todo esto. Es una vergüenza lo que sucede en las instancias del gobierno y del poder.
Todos los personajes descritos en el párrafo anterior deben irse este 28 de julio, si todavía nos queda un poco de decencia. La política se ha ensuciado con la corrupción. Estamos frente a una enfermedad endémica.
   
¿Cuál ha sido nuestro proceso?
Ya lo sabíamos y algunas veces aceptábamos las formas de corrupción con cierta broma. ¿Recuerdan el famoso 10 por ciento? Hasta algunos lo llamaban diezmo. Sabíamos que ese porcentaje de dinero con respecto a una cantidad total de inversiones, tenía que ir a las manos de las autoridades y funcionarios por alguna obra social por ejemplo. “Roba pero hace obra social” ¿Cuántas veces escuchamos sobre eso? Hasta en las campañas electorales los mismos participantes usaban expresiones parecidas. Claro, lo decían con risa y nos causaba también ciertas sonrisas compartidas.

Y ni hablar del congreso. El dinero pesaba más y cambiaba las posturas e ideas de los congresistas. Como población nos convertíamos en los espectadores principales de ese circo cotidiano. Al final todos festejábamos de las ocurrencias.


¿Y nuestra formación social expresada en la producción de bienes y servicios? Evidente, la corrupción estaba inmersa en la empresa en general, llamada micro, pequeña, mediana y gran empresa. Naturalmente muchos empresarios trataban de ser transparentes con sus acciones, sin embargo, muchos también le sacaban el mejor provecho. Quizá pagaban menos de la remuneración mínima vital insinuando que el libre mercado de alguna manera lo permitía.  Trataban de no dar boleta de venta y así se embolsaban el dinero de los impuestos. Si miramos a nuestro alrededor nos encontraremos con empresas que dicen tener responsabilidad social, así y todo, lo único que los anima es imponerse en el mercado y aumentar sus utilidades. Así, tendremos las empresas mineras, las de telefónica, hasta de las últimas que hacen noticia y que están vinculadas a la producción de productos lácteos y más. Al final, nos pagan lo que quieren, nos ofrecen y venden cualquier cosa y al final solo buscan su beneficio.

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