Solo
esperanzas. Es la única palabra que encuentro para resumir el mensaje de Pedro
Kuczynski el último 28 de julio de 2017. Podemos entender la esperanza como una
forma de creer todavía y quizá tener confianza, sin embargo, al final se va
convirtiendo en una ilusión que tiene poco fundamento real.
Un
mensaje centrado de alguna manera en resaltar ciertas carencias pasadas en
materia de política económica, así como también bosquejar todo un conjunto de
acciones que nos permitan dinamizar la economía con nuevas inversiones.
Del
mensaje se desprende que la reactivación de la economía tendrá sus bases en el
mercado. Las conocidas fuerzas del mercado harán su trabajo a pesar de los deseos
del presidente. Los indicadores de crecimiento del 4 por ciento y quizá del 5
por ciento para el 2018 son solo cifras cuánticas. No hay una visión de una
verdadera transformación por un Perú mejor a pesar de las buenas palabras e
intenciones. Nuestro país quedará expresado en su conocida diversidad
productiva y cultural, manteniendo posiblemente nuestras mismas fuerzas productivas
en las conocidas formas de acumulación de capital, con una desigual y perenne
distribución de la riqueza. ¿Cuántos agentes económicos micro, pequeños y
medianos empresarios recibieron el mensaje con ese entusiasmo y pasión por los
nuevos cambios?
Un
mensaje que no fue dirigido a toda esa población mayoritaria que depositó su
voto en las urnas creyendo, aunque como sabíamos también en esas circunstancias
pasadas del proceso electoral, ambos candidatos (Fujimori y Kuczynski) representaban
casi lo mismo. Como alguien se atrevió a decir: había que votar tapándose la
nariz, porque uno apestaba más que el otro.
Esa
población mayoritaria con reducidos ingresos esperaba más. Probablemente
escuchar algo sobre nuevos reajustes del salario mínimo que va quedando con
menor poder adquisitivo a consecuencia del incremento de los precios en muchos
productos. ¿No era su promesa de campaña electoral señor Kuczynski el salario
mínimo? Esa población del norte y casi olvidada por los problemas climáticos
sufridos tenían la esperanza de cambiar su situación a corto plazo, sin
embargo, todo va quedando en la conocida frase de “reconstrucción con cambios”,
que solo supone mejorar las infraestructura con una mejor prevención. ¿Dónde
está ese vínculo del Estado con la población peruana? ¿Dónde está el Estado
como un conjunto orgánico que se desvive por las grandes mayorías de la
población que es su razón de ser y existencia? ¿Dónde está ese Estado que
comparte la preocupación por los maestros y por las comunidades?
Casi
no hay cambios en el ejecutivo. Se mantienen a casi todos los ministros. Se
promueve una vez más a la señora Molinelli, cuestionada y denunciada por la
procuraduría anticorrupción por la firma del contrato de la adenda del
Aeropuerto de Chinchero en el Cuzco. Al parecer en el gobierno del señor
Kuczynski los funcionarios se acomodan a las circunstancias. ¿Va primando el
amiguismo de los funcionarios? ¿Se impone el arribismo conocido? ¿Kuczynski quiere
quedar muy bien con todos? No hay otra explicación. Se intenta delegar y se
apertura a nuevas personas como Choquehuanca, aunque finalmente cada quién
cumplirá su papel de acuerdo a sus expectativas y visión particular. No hay en
definitiva un horizonte diferente. No se vislumbra mejores luces. Lamentablemente. No hay una visión política.
Todo
eso demuestra que realmente no hay una perspectiva de cambio real. Se trata en
todo caso de administrar lo que se está haciendo, aunque nos llenemos de la
palabra “técnicos”. Solo eso, palabras. Muchos son simplemente funcionarios que
aprenderán en el proceso.