Solo una vez pude mirarlos a los tres cachorros de unos dos
meses que crecían en la torrentera. Una perrita negra había parido en unos
huecos debajo del muro de contención. A la altura de la quinta cuadra de la
avenida Jesús en Arequipa, Perú. Muy cerca del Mall de la Av. Lambramani, casi
debajo del puente La Isla. Dos eran negritos y uno de un color café muy claro.
Realmente estaban hermosos y se veían con ganas de vivir. Al día siguiente y
algo temprano, tuve la oportunidad de ver a su madre, una perrita negra y de
regular tamaño. Al verlos desde el muro de contención de la torrentera, observé
a la perrita acompañando a sus dos cachorritos negros. Algo que me impresionó
fue observar que la perrita vomitaba delante de ellos y advertí que les estaba
llevando comida de esa forma. Comprendí la preocupación de la madre por sus crías.
Ella todavía al parecer tenía leche para sus cachorros, sin embargo, por el
tiempo sabía que necesitaban comer. Traté de comprender la inteligencia del
animal y el cuidado que se aprestaba a tener a pesar del lugar, lleno de basura
por la misma acción del hombre y lleno de piedras y desechos. Algunas veces la
torrentera amanecía con algo agua por algunas horas. Todavía así la perrita
madre intentaba estar cerca y cuidar de sus perritos. A veces los dejaba y
saltaba algunos obstáculos de unos setenta o más centímetros, intentando
enseñarles el camino, así y todo, los dos negritos la miraban y no podían saltar
como su madre para seguirla y buscar la salida que ella conocía. Miraba el
entorno para ver cómo podía bajarme e intentar hacer un camino para los
cachorros. Aunque no era tan fácil porque las autoridades municipales habían
construido ciertas paredes o bloques de cemento para tiempos de lluvia,
convirtiéndose en obstáculos para los perritos pequeños. Eran los últimos días
de setiembre y la primavera había empezado. Aunque algunos días se sentía algo
de frío. Al día siguiente, me di cuenta que alguien les había puesto agua en
dos embaces de plástico. Subí un par de fotos en la página web de un albergue
para perritos abandonados, explicando y pidiendo que era necesario rescatarlos.
Alguien contestó y como sugerencia dijo que debía poner mi número telefónico.
Anote mi número en espera de llamadas por los siguientes días y nadie lo hizo. En
los siguientes días seguí viendo algo de agua y llevé algo de comida que había
preparado y en unas bolsitas las tiraba hasta donde creía que estaban. Una
tarde casi anocheciendo estaba buscándolos desde lo alto y desde el puente La
Isla. No estaban donde los había visto por primera vez. Mirando hacia abajo del puente, por donde se
supone es el cauce de la torrentera, pude distinguir a la perrita madre que se
desplazaba en medio de unos arbustos de regular tamaño. Traté de mirar mejor
acomodando mis ojos ya casi a la noche. Si, era ella que se alejaba como una
sombra por caminos que seguro ella conocía. Seguí mirando y tratando de
observar algo más de esos cachorritos hermosos. Nada, nada. Hasta que en un
momento distinguí una pequeña y diminuta sombra en medio de los arbustos. Si,
era uno de ellos, uno de los cachorritos que también se alejaba. En esa
instante distinguí a los dos negritos como sombras pequeñas que avanzaban
intentando pegar sus hocicos hacia el piso como descubriendo lo nuevo en cada
avance. Mi corazón palpitó más fuerte al verlos. Solo observé a la madre y a
dos pequeños avanzando. Me preguntaba si podían volver de nuevo hacia el sitio
donde se supone habían abierto sus ojos al mundo. ¿Y dónde estaba el otro de un
color café claro? ¿Eran solo los tres que había visto? Después de ese día y
casi por una semana no vi a ningún cachorro. A veces miraba a la madre de un
color negro brillante y de unos ojos vivaces que caminaba en medio de la
torrentera que seguía con desperdicios y más basura. Miré a un perro muerto de
regular tamaño casi por la misma zona. Pensé que entraría en descomposición por
el sol y el ambiente. Hasta pensé que era necesario ingresar con una lampa para
limpiar un poco por lo menos la zona donde se supone dormían esos perritos.
Después de una semana, vi solo a un cachorro en los huecos del muro de
contención. ¿Qué había sucedido con los otros? Trataba de responderme e
imaginando que alguien los había rescatado. ¿Pero dejar a uno? ¿Qué había
sucedido? Los cachorros se fueron esa noche con su madre y no pudieron volver.
Quizá el más pequeño y con pocas fuerzas, se quedó debajo del muro de
contención. Ahora, que ya pasó la quincena de octubre, solo hay uno que a veces
se deja ver. ¿El Albergue De Perritos Abandonados de Arequipa ayudará? ¿Debo
bajar a la torrentera para tratar de hacer un camino con piedras para que el
cachorro salga con su madre? Ahora debe tener unos tres meses y medio.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario